sábado, 9 de enero de 2010

Otro viernes raro...

11.30 am. Centro comercial común y corriente, cita en la zona de revistas. Él llega un poco tarde y con un ojo morado. Yo me preocupo, pensando en algún problema desencadenado por la diabetes. Él dice que es por el exceso de whisky, y yo no acabo de comprender... Luego, rico desayuno con abundante queso camembert, kiwi y salmón (¿qué más puedo pedir?). Él, al fin cuenta que luego de una animada cena y mucho alcohol, se dio de trancazos con su primo sin recordar el motivo...

13.30 pm. Ya chequé la entrada en el trabajo y esperamos que pase el autobús para llevar al solecito a la escuela. La digestión está en su máximo y disfruto del frío sobre mi piel. Alguien se para enfrente de mi y saluda. No sé cómo reaccionar porque hace unos meses me acosaba y creí que no volvería a acercarse. Saludo. Comienza una lluvia de reproches y al final sólo dice -Sí, tenías razón: eres mala persona; pero aún así me sigues cayendo bien-.

14.15 pm. Abordo el metro."Eres mala persona", la frase sigue resonando en mi mente... ¿Seré mala persona en verdad?

14.24 pm. Salgo del metro y a paso constante me dirijo a una sucursal bancaria. Pienso aún en si soy o no mala persona, recuerdo a mi amigo Cometa y me dan ganas de caminar un poco más y visitarlo, considero en que quedan 6 minutos para ver a Teté, visualizo la agenda que compraré para este año, y también comienzo a cantar:

Sabe Dios qué angustia

Te acompañó

Qué dolores viejos

Calló tu voz

Para recostarte

Arrullada en el canto

De las caracolas marinas

La canción que canta

En el fondo oscuro del mar

La caracola.

Cruzo la avenida hasta el camellón, y sigo abstraída cantando. Sobre el camellón avanzo hacia el banco y espero que dejen de pasar autos para cruzar al otro lado. Justo cuando doy el primer paso, Él casi choca conmigo. Nos miramos y seguimos nuestro camino. Cuando llegamos cada uno al otro lado de la avenida, nos detenemos y volvemos a mirarnos. Caminamos en sentidos contrarios pero volteamos y seguimos mirándonos. ¿Nos conocemos? ¿Es magia? En fin, sigo caminando y entro al banco donde hay una fila inmensa y me formo. Saco papeles, le envío un mensaje a Teté para que me alcance ahí. Luego de un rato miro hacia la entrada y ahí está Él, el del camellón mirándome. Siento escalofríos y no me decido a salir y saludarlo. Se va. ¿Habré dejado ir a alguien especial?

14.40 pm. Teté llega muy enojada y me hace ver que me equivoqué de banco. El hombre del camellón no está. Teté comió, yo compré mi nueva agenda, la acompañé a su consultorio y volví caminando rumbo al trabajo. Recuerdo todo lo pasado las últimas horas.

16.10 pm. Estoy a unos metros de la entrada a la biblioteca y veo una silueta familiar. Es Él (el del camellón) que habla con otras personas. Escalofríos y expectativas. Paso delante suyo y levanto la mano saludando; Él hace lo mismo y continúa hablando. Se acabó la magia (o más bien no hubo magia, sólo curiosidad), y yo, vuelvo a trabajar.

El resto de la tarde siguen pasando cosas raras y me río mucho...

Fue un día particularmente raro, frío y húmedo.




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