Hace un rato salimos a la tiendita de la esquina a comprar leche para desayunar. De vuelta acá noté a un vecino arrojando piedras desde la calle hacia su casa, y luego, desde dentro se oían voces y más pedradas... Ví al gallo buena persona acorralado. Espero que no pretendan hacer un caldo con él, o lo que es peor, recluirlo en una pequeña e inhóspita jaula. Lamento mucho que él haya decidido salir de aquí, también lamento no poder defenderlo (digo, tal vez sus dueños eran esos vecinos)... Y lo ocurrido me ha hecho reflexionar en lo importante que es tomar la decisión correcta y en el tiempo preciso, porque el gallo podría ahora estar desayunando manjares en casa del casi vecino, y yo, quizás, podría estar con sentimiento triunfante.
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