Un finísimo hilo de agua cae de la tubería y espero a que se llene una cubeta. Mi sol come yogurt, yo bebo café y escribo, o al menos eso intento.
Llevo frente al monitor tanto tiempo que podría hablarse de algún tipo de hipnosis. Quiero escribir y no. ¿Para qué hablar de los desconciertos y problemas, si de eso está lleno el mundo, y cada que aparecen esos temas, en el mejor de los casos, la gente se aleja, y si no, agrede, y cuando se espera un abrazo, más bien aparecen recriminaciones?
Suena el teléfono y escupe malas noticias: la madre de Mario rumbo al hospital.
El secreto debe ser cambiar de actitud y retomar esa postura aprendida en casa. Todo está bien, y hay fortaleza de sobra para enfrentar todo desconcierto.
Me visto con colores cálidos, dibujo una sonrisa en la imagen que se refleja en el espejo, evoco esa voz que me alegró la mañana, dejo a Zitarrosa y escucho a Mercedes Sosa, respiro profundo, y me dispongo a salir...
Y estas vacaciones sí iré a la playa.
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