Quiero renunciar. Irme de vacaciones: largas... largas vacaciones. Olvidarme de todo lo que hay aquí y de todos. Y al fin tener tiempo de averiguar hacia dónde quiero ir y cómo llegar felizmente hasta allí.
Hay días en que me hace sentir tranquila el tener una vida tan predecible, tan estable... Pero en el fondo creo que esa no soy yo. No sé en qué momento me perdí.
Ayer llevé "música rara" a mis pupilos que sólo escuchan La Zeta y tuve la decepción más grande de estos meses. La mayoría de ellos protestó, bostezó y pidió escuchar mejor al Acapulco Tropical. Y me pregunté ¿qué hago ahí? ¿Sirve de algo lo que intento hacer? Así como se cierran a conocer sonidos distintos, se niegan a mirar, a comprender, a leer, a vivir de una forma distinta a como han vivido sus padres. ¿Qué tanto me niego también a conocer y vivir algo nuevo?
Me siento agobiada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario