lunes, 18 de julio de 2011

El poder de las imágenes...

No. Ésta vez no sentí celos, ni de manera remota; tampoco fue tristeza. Pero sí apareció un sutil guiño de amargura, luego una dosis mayor de gusto por verle contento y querido. Dolor no hubo: eso pasó cuando fue Perú y no México... Y ya pasó.

Al fin y al cabo, ¿qué más se puede sentir cuando la distancia es el mayor narcótico?


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