miércoles, 24 de septiembre de 2014

Hoy


Ya casi sumamos un mes fuera de casa, y apenas ayer pude sentirme bien aquí. Al fin logré encontrar algo de paz y sentido a este viaje en el que me he encontrado con contrastes culturales inesperados. Me encanta la idea del impulso del uso de las bicicletas y la separación de la basura. Pero no tolero el olor a excrementos de perro por todas las calles. Ya puedo soportar el acento de las personas, y hasta su carácter frío y cerrado (en muchos con los que me he comunicado; afortunadamente hay excepciones), pero me aterra la idea de endeudarme aún más. Solecito está muy contento con su escuela y amiguitos, aunque no muy conforme con acompañarme a escuchar a gente grande hablando de cosas que no le interesan.

Yo me siento un tanto sola por no tener con quién más hablar. Los amigos y la familia están, pero pocas veces coincidimos en horarios y el esperarlos para poder charlar me ha provocado un gran  cansancio que justo desde anoche se ha hecho denso, así que deberé ajustarme a este nuevo horario y descansar las horas necesarias. No creo aguantar mucho más con este ritmo.

En cuanto a la investigación, me siento optimista. Por las cosas que he visto y leído, creo que no estoy tan perdida y ya comienzo a imaginar un camino para comenzar a escribir (este es un ejercicio de calentamiento). Estoy emocionada y contenta…

Aunque me encantaría tener recursos suficientes poder viajar y conocer muchos lugares: eso me haría sentir plena. Eso y algún tipo de cercanía humana, además de Solecito, claro.

Y como siempre, es él quien me aterriza cuando comienzo a divagar y me hace seguir adelante.




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