Anoche soñé cosas discordantes y desagradables: recuerdo un sitio, como tipo hostal, poco estructurado, con mucha gente diversa, una calle ancha cualquiera en la que se gestaba una intensa lucha entre delincuentes por el territorio, me recuerdo a mi corriendo en busca de Ana, de Juan y de mi sol, recuerdo a unos de los delincuentes subiendo las escaleras de donde nos alojábamos, me recuerdo saltando en el juego del avión y la inmensa necesidad de ver y sentir el mar.
Al despertar, el sueño se desvaneció, pero no la sensación de que algo no va bien y también me invadió una angustia nueva.
Conforme van pasando los días, esto deja de ser novedad, y las palabras dulces de a poco van desapareciendo, y mi inestabilidad es mayor. Hay mañanas que despierto sin saber dónde estoy y no me siento conforme con las nuevas obligaciones impuestas. Cada vez se torna más inequitativo.
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