jueves, 26 de abril de 2012

Sensaciones...

Comienzo a sentirme triste. Quizás es sólo la certeza de que la plenitud dura muy poco.

Anoche soñé cosas discordantes y desagradables: recuerdo un sitio, como tipo hostal, poco estructurado, con mucha gente diversa, una calle ancha cualquiera en la que se gestaba una intensa lucha entre delincuentes por el territorio, me recuerdo a mi corriendo en busca de Ana, de Juan y de mi sol, recuerdo a unos de los delincuentes subiendo las escaleras de donde nos alojábamos, me recuerdo saltando en el juego del avión y la inmensa necesidad de ver y sentir el mar.

Al despertar, el sueño se desvaneció, pero no la sensación de que algo no va bien y también me invadió una angustia nueva.

Conforme van pasando los días, esto deja de ser novedad, y las palabras dulces de a poco van desapareciendo, y mi inestabilidad es mayor. Hay mañanas que despierto sin saber dónde estoy y no me siento conforme con las nuevas obligaciones impuestas. Cada vez se torna más inequitativo.

lunes, 23 de abril de 2012

jueves, 19 de abril de 2012

Cuerpo a la vista

Y las sombras se abrieron otra vez

y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como las espalda del río a la luz del incendio.

Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.

Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.



sábado, 14 de abril de 2012

:D


Y hay momentos en los que siento que siento mucho.

Anoche pasó.

*****


miércoles, 4 de abril de 2012

Los días...

Lo confirmo: Este trabajo no me gusta. Cada día veo más cosas que me desagradan. Lo único bueno es este mundo de libros e historias que nos rodea; fuera de él, todo es turbio, desde los poco igualitarios trabajos que se nos imponen, los horarios de pesadilla, el trato entre compañeros es más como estar en un estanque con pirañas...

Cuentan que el lunes llegó una usuaria que quería llevarse un libro por cuarta semana consecutiva, lo que está prohibido, y que su actitud fue tan altanera, que nadie quiso autorizar esta violación de reglamento. La mujer, dicen, gritó tan alto como pudo y golpeó con un libro a uno de los jefes de confianza para luego salirse con el libro y encerrarse en su autito último modelo con libro e hijo de menos de 2 años. El resultado fue que lleva ya dos días presa y acusada por robo del patrimonio universitario. Y a penas iban 3 días con nuestra jornada de 12 horas diarias. Me pregunto qué pasará hoy, que ya llevamos 5 días entre estos muros.

Ciertamente, lo que más deseo es renunciar.


lunes, 2 de abril de 2012

Anoche...

Ayer hubo cambio del horario, y salí del trabajo aún con luz. Caminé rápidamente acompañada por alguien que más bien me hizo sentir incómoda, así que hice por abstraerme.

Conforme avanzaba el autobús recordé aquellos primeros viajes que me parecían eternos hacia la casa que entonces estaba en construcción. Recuerdo una sesión de fotos ante los cimientos y las calles con algunos árboles y jardineras, los mismos que anoche vi rodeados del gris de las obras del metro. Entonces recordé a mi papá: La infinidad de veces que dijo que era necesario que hubiera metro para llegar más pronto a cualquier lugar, y mi ensoñación ante sus palabras tan rotundas. Desee con toda la energía que aún me quedaba que hubiese una máquina para comunicarse con los muertos y entonces decir: "Clayito, al fin sucede, debes venir a mirar que ya falta poco para que podamos hacer nuestro primer viaje juntos en el metro a casa". La última vez que viajamos fue seguramente, cuando sentía que el mundo se me venía abajo, aquellos días en que el arrepentimiento y el dolor me hicieron sentir más rencor ante sus palabras que eran todo lo opuesto a balsámicas...

Y quedé con la promesa de llevarlo a Chiapas con mi salario...

Seguí recordando y lamentando que el tiempo sea insuficiente para disfrutar a quienes queremos, o que quizás sí lo sea, pero no sabemos administrarlo correctamente.

Y esto último me hace pensar en Ana una vez más. En el poco tiempo que la veo y en el ínfimo tiempo que puedo dedicarle, a ella que siempre se ha caracterizado por dar todo de sí a los demás, ella, la que mejor me conoce, y que siempre está...

Y ya lloré...

Miro a través de la ventana y las ramas de las jacarandas se mecen con el viento, luego el pasto, la gente que pasa, el andador, el cerco que limita el jardín y más allá los autos que corren a toda velocidad hacia no sé dónde. Aquí dentro, la gente lee, algunos más platican y ríen, atrás se escuchan las voces de algunos niños, el sonido adormecedor de las fotocopiadoras y el trapeador de la señora que limpia el piso.

Anoche llegué tarde y no me gusta la casa vacía. Extraño infinitamente al hijo cuando no está y también un poco a M cuando quiero creer que funcionará. Pero nada pasa. Y pasan por mi mente nombre ya casi sin rostro; las asociaciones son extrañas: un nombre es rugido; otro un pulgar ancho; otro un viaje en el metro con sinceridad extrema e inusitada; uno, olor desagradable y excelente comida; otro, carcajadas graves; y hay una discusión sobre extraterrestres que ya carece de nombre y rostro. Y todos ellos se van diluyendo mientras escribo y me pregunto cuánto daño pude hacer en cada uno, y cómo influyeron en quien soy ahora, y sobre todo, ¿Qué será de ellos? ?Qué de todo esto contaré a mi sol?