sábado, 11 de septiembre de 2010

Instancia

Si no es mucho trastorno, ruego
con cierta desesperación,
ser atendido esta noche.
No cabe la alarma, no. No es grave.
Es, como ya he dicho,
una cierta desesperación.

Pudiera ser que una mano,
una mano anónima, durante cinco
o seis segundos sobre la mía
me calmara.

Esta noche, por primera vez me siento
inatendidamente cansado.

La liturgia del desorden.
La matemática del espejo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario