martes, 1 de junio de 2010

Los miedos...

De la nada se me vino el recuerdo del día que aprendí a andar en bici. Tendría unos 4 años, tal vez 5, y mi papá tempranito se dispuso a salir a caminar con hija y bicicleta sin rueditas auxiliares. Recuerdo la larguísima Calzada de Tlalpan, algunas casas que me gustaron por tener muchas ventanas, y luego viene la imagen del pavimento del imponente Estadio Azteca.

Y como seguramente sucede en la mayoría de los casos, mi papá sostuvo la bicicleta desde el asiento mientras yo pedaleaba y procuraba mantener el equilibrio. La imagen del pavimento sigue presente. De pronto me pareció que iba más rápido de lo normal, miré hacia atrás y no estaba la mano del papá en el asiento; la mano, y el papá todo estaban muchos metros atrás con una enorme sonrisa en el rostro. La impresión fue tan fuerte que lo siguiente que vi fue el pavimento y su áspera textura tan próxima a mis ojos. El papá llegó, me levantó y me habló acerca de la confianza en uno mismo. La siguiente vez que subí a la bicicleta todo fue distinto. No volví a caerme ese día y disfruté enormemente del pedalear, del viento en mi piel y de la seguridad que las palabras paternas me habían dado. Esa tarde volví a casa triunfante.

Aún quedaba mucho por aprender, muchas manos de las qué aferrarme, pero de a poco esos miedos han sido vencidos por seguridades. Falta mucho, pero el camino ya está trazado, y es bueno recordarlo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario