¡¡¡Señoras y señores, niños y niñas...!!!
Con la novedad de que a esta muchacha ojerosa se le acabó la pila. Y no se sabe a bien si lo que necesita sea a) dormir, b) comer bien, c) tomar vitaminas, d) unas vacaciones, e) unos buenos besos, f) escuchar esa voz que tanto le gusta o, g) todas las anteriores.
Por lo enunciado más arriba, la que escribe ha decidido que sólo dejará a sus asiduos lectores un poemita de otro de sus favoritos:
¡¡¡Con ustedes... el único... el inigualable... Cesare Pavese!!!!!!
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Vagaré por las calles hasta que muera de cansancio,
y sabré vivir sola y mirar a los ojos
cada rostro que pasa y ser siempre la misma.
Este fresco que sube buscándome las venas
es como un despertar que nunca de mañana he sentido
tan real: solamente, me siento más fuerte
que mi cuerpo, y un temblor más frío viene con la mañana.
Están lejos los días que tuve veinte años.
Mañana cumpliré veintiuno: mañana andaré por las calles;
recuerdo cada una de sus piedras y las franjas del cielo.
Desde mañana la gente ha de volver a verme
y andaré erguida y podré detenerme
y verme en las vidrieras. En las mañanas de antes
era joven y no lo sabía, ni siquiera sabía
que era yo quien pasaba -una mujer y dueña
de sí misma. Esa niña delgada que fui
se despertó de un llanto que duró muchos años:
ahora es como si el llanto no hubiera existido.
Y sólo deseo colores. Los colores no lloran,
son como un despertar: mañana los colores
retornarán. Cada una andará por las calles;
cada cuerpo, un color -incluso los niños.
Este cuerpo vistiendo un rojo claro
tras tanta palidez recobrará su vida.
Sentiré deslizarse miradas a mi alrededor
y sabré que soy yo: echando una mirada,
me veré entre la gente. Cada nueva mañana
andaré por las calles buscando colores.
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