Son esas puertas cerradas, canceladas por
el tiempo y la vida, esos vestigios de tiempos pasados mejores, esos rastros de
un color esperanza: la huella de lo que pudo ser, aquello que fue carcomido por
el tránsito de los días sobre su superficie, por el abandono y la desidia.
Son esas puertas que no pudimos cruzar, las del vacío, las que simplemente estuvieron siempre ahí y que no alcancé a vislumbrar; las mismas que me hacen reconocer que no hay más que esperar aquí.
Ahora queda reconstruir el camino y avanzar por un nuevo sendero. Y sobre todo, no mirar
atrás nunca más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario