Estoy en el Centro Cultural Universitario, otro de mis lugares emblemáticos, y con unas inmensas intenciones de describir cómo me siento, pero es difícil porque no lo entiendo: Es como una mezcla de sueño, tristeza y nostalgia.
Ayer por alguna extraña razón, hubo un incendio, un fluir incomprensible de emociones y de instinto aflorando, un renacer de todo aquello que ese hombre, o su idea me provocan.
Hablamos poco y en situaciones (ambos) poco favorables, pero fue intenso, fue mucho más lo pensado, fueron más las ganas, el deseo erótico y el de posesión -que quizás no son tan distintos-. Unas cuantas líneas, y la imaginación se desbordó.
En la memoria emocional quedará un encuentro, solos, en alguna sala de llegadas, con abrazos, miradas, chistes, sonrisas estúpidas, ganas de más, y la posibilidad de ir más allá, de besos y caricias, y de desnudarse más allá de lo intelectual, con un después por demás oscuro y probablemente lúgubre.
Sin embargo, hoy no está. Y la vida sigue tal cual, sin personajes ficticios, sin sueños, sin expectativas, sin quizás. con la certeza de que no será y de que el "hubiera" está alcanzándonos.
Quizás por eso hoy me siento así, porque me agotó el imaginar imposibles, porque mi cuerpo se diluyó en expectativas.
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