viernes, 26 de octubre de 2012

La caja de Pandora


Ayer buscando fotografías para poner en la ofrenda para mi sol, abrí ese baúl empolvado que concentra cientos de imágenes que recrean el pasado de mi familia. Rostros sonrientes, fiestas, cuerpos sanos, perfectos, lugares lejanos, mis primeras tomas fotográficas, los objetos, las mascotas, los colores, y entre todo ello, escritos de hace casi 20 años, en los que las amigas de entonces hablan de pactos eternos, en los que me describo en esta misma casa y ansiosa por estar en cualquier otro lado menos rígido. Los recuerdos se agolparon compitiendo por ser acariciados en mi memoria que quedó sumamente sensible y receptiva.

Hacia la medianoche me dispuse felina a relamer rastros de aquello que escribí con puntos suspensivos para disfrazar una huida defensiva, y descubrí que son heridas compartidas y aún vivas, quizás no percibidas en lo cotidiano, pero no por ello menores.

Sugerí un encuentro para saldar esa deuda y probablemente no es el momento, aunque la suya haya sido una respuesta espejo de mis últimas palabras de aquél tiempo. Quizás falta madurar todavía más y vivir en otras circunstancias. Lo cierto es que simplemente pretendí expresar una sincera apología.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario