lunes, 18 de abril de 2011

Las cochinillas...

Mi solecito despierta y corre directo a la sala, arrojándose sobre uno de los sillones y exigiendo una cobija-mamá. Luego de una sesión de cosquillas y del desayuno, de puntitas va a su cuarto, y vuelve de allá con inmensa carga de juguetes que meticulosamente acomoda en el piso, sale al jardín, secuestra a un par de cochinillas y ríe mientras ellas caminan sobre sus manos.

Pasados los minutos le pido que las devuelva al jardín argumentando que deben tener hambre y que sus familias esperan por ellas. -Son felices jugando conmigo- es la respuesta que recibo. Entonces le pregunto cómo se sentiría si alguien se lleva a su mamá nomás por que sí...

Un poquito después las devuelve al mismo sitio en que las encontró.

-Orale, qué discusión tan extraña-, dice Brux cuando le comento lo que nos pasó esta mañana, y poco después seguimos hablando de lo triste que es leer las noticias nacionales. Y me pregunto si acaso esos "señores" no tuvieron nunca una conversación parecida en su infancia.


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