Es tarde y tengo muchísimo sueño, pero siento la necesidad de escribir acerca de lo vivido este día.
Desperté muy temprano, me bañé, preparé el desayuno; El hijito se despertó, tomó casi todo lo que le di, salimos y por primera vez en varios días llegamos temprano a su escuela. Luego el metro: lectura de unas cuantas páginas de un libro acerca del CGH, el paso obligado al cafecito para revisar si había algún correo electrónico (nada... tristemente, nada)... El frío de la mañana en el centro me sorprende, pero aún más me sorprende un señor con una imponente manguera que desde una "pipa" riega agua por el piso y gente poco observadora que pasa por ahí (casi me toca baño de agua tratada y fría); luego de aquella amenaza, el camino por la Alameda, los poli-charros tan ridículos y orgullosos sobre sus caballos como siempre, luego el banco (y al fin acabé de pagar el diplomado). Finalmente llego a clase. Ahí sí todo igual hasta que recibo una llamada que me hace pegar un brinco en la banca y salir corriendo del salón. Y la noticia es que me consiguieron una licencia con goce de sueldo para que ya no ponga como pretexto el que me falta tiempo para terminar con las tareas. Esa es la primer noticia muy buena del día. Y me voy antes que termine la clase y luego de saber que las clases se prolongarán un par de horas y también unos cuantos sábados.
Y ahora vamos en sentido contrario: metro, lectura, escuelita, hijo. Luego escuelita, autobús y al trabajo.. corre, corre.. que te alcanzan. Odio esa manía mía de correr tanto.
Me encuentro entonces con un ambiente enrarecido: la zona entre la facultad y la biblioteca está acordonada, paso por en medio y es hasta entonces que me doy cuenta de que algo raro pasó. El chisme que corre es que balearon a alguien y que murió en el puesto de dulces (¿cómo es posible que dentro de Ciudad Universitaria y a pleno mediodía y que los atacantes hayan huido con la parsimonia ((Qué recuerdos me trae esa palabra)) que los testigos describen?). El morbo me gana momentaneamente, pero prefiero seguir adelante. Minutos después, como si fuera algo clandestino, recibo el primer paquete del día: una revista y muchos carteles, esa es la segunda noticia muy buena del día, que en un lapso de siete horas se repite un par de veces más: la tercer noticia muy buena del día consistió en un paquete enorme de fotos y negativos (y huelga decir que también de una plática colmada de incomprensiones, preguntas, y decisiones en exceso volubles y mal tomadas, de la que seguro habrá que escribir en otro momento), y la cuarta noticia muy buena del día llegó en una gran caja de Pandora que no me he atrevido a abrir, y con la que soñé durante la noche. Ahora sí no tengo pretexto: hay tiempo y hay material de sobra, así que es hora de trabajar duro, y eso hice para festejar que fue mi último día como bibliotecaria durante unas cuantas semanas.
Se acabó la jornada y venimos a casa. El hijo duerme desde que lo recogí en la escuela, yo ceno, espero que Sur conteste a mis llamados (pero nada... y sigo sintiendo que algo raro pasa, y duele decirlo, pero prefiero más que sea una novia a que la esté pasando mal... de cualquier forma quisiera saberlo, que confiara en mi), hablo con la compañerita de desvelos que anda sacada de onda por su futuro y también hablo con el viejo nuevo amigo que dice cosas que me tienen muy divertida y asustada. Y dan las 4 am.. Y nada del sur... y la cama llama... y lo extraño... y me voy...
¿Qué pasará?
Esto se está poniendo interesante.
ResponderBorrarRaro día, y sigue raro...