sábado, 31 de octubre de 2015

Dulce fantasma, ¿por qué me visitas...

Dulce fantasma, ¿por qué me visitas 
como en otros tiempos nuestros cuerpos se visitaban? 
Me roza la piel tu transparencia, me invita 
a rehacernos caricias imposibles: nadie 
recibió nunca un beso de un rostro consumido. 
Pero insistes, dulzura. Oigo tu voz, 
la misma voz, el mismo timbre, 
las mismas leves sílabas, y aquel largo jadeo 
en que te desvanecías de placer, 
y nuestro final descanso de gamuza. 
Entonces, convicto, 
oigo tu nombre, única parte tuya indisoluble 
música pura en continua existencia. 
¿A qué me abro?, a ese aire imposible 
en que te has convertido 
y beso, beso esa nada intensamente.


Carlos Drummond de Andrade