miércoles, 27 de noviembre de 2013

No les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar...



No sé me importa un pito que las mujeres 
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; 

un cutis de durazno o de papel de lija. 

Le doy una importancia igual a cero, 

al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco 

o con un aliento insecticida. 

Soy perfectamente capaz de sorportarles 

una nariz que sacaría el primer premio 

en una exposición de zanahorias; 
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, 
bajo ningún pretexto, que no sepan volar. 
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! 



Y concuerdo con Girondo. Soy de esas personas que necesitan magia para vivir, un tipo de conexión que vaya más allá de las palabras, un tipo de estímulo que active todos mis sentidos... Quizás por esto es que me gustan tanto las películas La double vie de Veronique y Amèlie: Ambas están envueltas en esta atmósfera en la que es necesario salir de lo rutinario, darse de otra manera, arriesgarse...
















Esta semana quiero jugar con imágenes, quiero narrar mi cotidiano a través de fotografías e invitar a un intercambio, y aún sigo esperando una respuesta, una señal... 



Tristemente parece que la intención no fue captada.


¿Sucederá?